Abriendo la
caja negra de la Institución Educativa: contribución teórica.
Mag. Lilián
Berardi; Mag. Alejandra Capocasale; Mag. Selva García Montejo y Prof. Daniela
Sabatovich
Ø
Artículo publicado en: Revista Superación. Boletín de los Institutos Normales
“María Stagnero de Munar y Joaquín R. Sánchez”. Año 2007. Edit. Grupo Magró.
Sobre paradigmas, estructuras y categorías
El campo
sociológico planteó a lo largo del siglo XX categorías analíticas centrales
tales como: estructura y cambio social, división social del trabajo,
socialización, selección y logro escolar, capital social, capital humano,
segmentación y exclusión social, relación e interacción social, desviación,
etiquetaje, producción y reproducción social y cultural, violencia simbólica,
arbitrariedad cultural, habitus, dominación, entre otras. Estas, en tanto
nociones esenciales orientadoras de formas de pensar y de vivir, estructuran y
organizan las acciones y prácticas colectivas e individuales. “Las categorías
de pensamiento varían en función de las culturas y de las épocas históricas,
están rehaciéndose constantemente y no son, como pensaba Kant, categorías a
priori de la sensibilidad sino conceptos, representaciones colectivas, que
están relacionadas de algún modo con las formas de organización social, y más
concretamente con las formas que adopta el funcionamiento del poder y del saber
en cada sociedad” (Varela, 1995). En definitiva, son formas de explicar y comprender[1] los procesos sociales en su complejidad.
En esta
línea de análisis cabe señalar la coexistencia de distintas tendencias
sociológicas, frecuentemente antagónicas –o con pretensión de serlo- que han
intentado la sistematización conceptual y metodológica, a fin de constituirse
paradigmáticamente. Esto ha redundado en un proceso de metacognición
sociológica que Alonso Hinojal (1991) ha denominado “la Sociología de la
Sociología” cuya consecuencia es un fuerte pluralismo teórico en la teoría
sociológica actual. Giner (1974) propone sustituir el término paradigma
–usualmente aplicado en las ciencias sociales- por el concepto de “estructuras
latentes de la Sociología”, ya que son más blandas y se imponen de forma más
libre al trabajo sociológico. Alonso Hinojal (op.cit.) comentando a
Giner expresa: “El propio autor nos concreta las diferencias: en las
estructuras latentes se admite el pluralismo sociológico, la existencia de
varias estructuras latentes y el predominio de una u otra estructura latente en
momentos históricos diferentes”.
El pluralismo sociológico
Los enfoques
macro teóricos: Estos dan una explicación global de la sociedad y sus fenómenos
estructurales. Estudian las estructuras y cómo actúan sobre los individuos.
Estructuralismo: El
presupuesto básico reside en el valor dominante en el que se concibe a las
estructuras sociales concretas y en la dinámica que produce y conforma los
hechos sociales. La voluntad y la conciencia de los sujetos se encuentra
sometida en forma determinante a las estructuras sociales.
Materialismo
histórico: Estudia el encadenamiento histórico de las relaciones humanas a través
de la búsqueda de constantes vinculadas a la praxis humana. El punto de
partida es el proceso de producción de la vida material.
Teoría de
los sistemas: La sociedad es concebida como un todo orgánico conformado por partes
que interactúan a fin de mantener el orden y la estabilidad del sistema. En
visiones más actuales se han incorporado conceptos como autorreferencia,
autopoiésis y alto nivel de complejidad.
Los enfoques
micro teóricos.- Estos interpretan la estructura social a través de las
relaciones que tienen lugar de forma directa entre los individuos y sus
interacciones concretas, poniendo en relieve las potencialidades del sujeto
para intervenir activamente en los procesos estructurales de la sociedad.
El
individualismo metodológico: La sociedad es vista como la suma de sus partes individuales y la
cooperación es explicada mediante el aumento de las gratificaciones. Los
actores sociales están informados y son perfectamente racionales. Sus
decisiones individuales son tomadas en función de sus preferencias que se rigen
por la maximización de la utilidad.
El
interaccionismo simbólico: La realidad social no existe por si misma independiente de los
sujetos, sino que sólo es explicable en base a las acciones Intersubjetivas de
las personas y sus actos interpretativos. El rasgo más importante de las
acciones sociales reside en la transmisión de sentido y significado de los
símbolos.
La Sociología
fenomenológica: Este enfoque no toma como centro la sociedad global sino el individuo
y las relaciones cara-a-cara; las percepciones y conceptualizaciones que los
actores se plantean acerca del entorno social cercano. Plantea una teoría
dialéctica que implica tres procesos sociales explicativos del vínculo
hombre-sociedad: externalización-objetivación-internalización.
Los enfoques
duales.- Su pretensión es la superación de la falsa antinomia entre
estructura y actor.
Estructuralismo
constructivista / constructivismo estructuralista: En el mundo social existen
estructuras objetivas independientes de la voluntad de los agentes sociales,
que condicionan sus prácticas o representaciones. A su vez existe una génesis
social de los esquemas de percepción, pensamiento y acción, por un lado, y de
las estructuras sociales, por otro.[2]
Teoría de la
acción comunicativa: Es una teoría acerca de la sociedad moderna que imbrica la teoría de
la acción con la teoría de los sistemas. El mundo vital es concebido como un
nivel que intermedia entre el nivel de interacción de los sujetos y el sistema
social.[3]
Teoría de la
estructuración: Las estructuras sociales se manifiestan directamente en las acciones
al igual que los actores sociales las crean activamente. La dualidad
estructural supone “que las propiedades estructurales de los sistemas sociales
son a la vez condiciones y resultados de las actividades realizadas por los
agentes que forman parte de estos sistemas” (Giddens, 1995).
Una mirada a la Microsociología de la Educación
La
pluralidad de enfoques teóricos presentada para el campo de la Sociología
General ha permeado también el campo de la Sociología de la Educación. Desde
las políticas educativas, la Escuela ha sido considerada, en general, como una
“caja negra” [4], teniendo en cuenta solamente variables
“de entrada” (inputs) y efectos “de salida” (outputs), abordando
solamente aspectos descriptivos de la realidad socio-educativa. De este modo,
han sido olvidados, en muchas circunstancias, aspectos explicativos o
interpretativos. Desmontar la “caja negra”, hacer visible su contenido, implica
dos posibilidades:
1)
Hipotetizar, conjeturar, sobre diferentes causas que generan efectos
diferentes, en un “juego” multidimensional de variables.
2)
Interpretar, desde la perspectiva de los propios actores involucrados, la
construcción de mundos de vida; introducirse en los procesos que se generan al
interior de la Institución Educativa, a fin de captar las subjetividades de las
interacciones. Es en este aspecto en el cual se focaliza el trabajo. Por lo
tanto, “abrir la caja negra” de la Institución Educativa, supone superar la
descripción de los inputs y los outputs e introducirse en la
complejidad procesual. En este sentido, la Microsociología aporta elementos
teóricos fundamentales para la interpretación de esos procesos de interacción a
pequeña escala, en el “escenario” mismo en que se desempeñan los actores,
priorizando la dimensión subjetiva de lo social. La sociedad, por lo tanto, no
se considera “dada”, en el sentido durkheimiano, [5]
sino “construida”, hecho que lleva a la utilización de una metodología
cualitativa.
Este trabajo
se centra en el análisis de los aportes para “des-cubrir” o “de-velar” la “caja
negra” desde la segunda posibilidad planteada, ya que se considera que las
visiones macro teóricas:
- no han dado las respuestas necesarias para resolver los problemas de la desigualdad social.
- operan con la idea de autonomía relativa, que es precisamente funcional para completar el círculo de la reproducción.
- prescinden del conocimiento de los procesos interactivos que se dan dentro de la institución educativa.
Por lo
tanto, tales visiones generan la dificultad de establecer relaciones entre los
niveles macro (estructura social) y micro (institución educativa) al no
reconocer la dimensión subjetiva de los fenómenos sociales. “El verdadero punto
de inflexión epistemológico de la Sociología de la Educación se produjo a
partir de los setenta con la aparición de la “nueva Sociología de la
Educación”. Concretamente esta nueva corriente nacía a partir de la publicación
de 1971 del libro editado por Michael Young Knolewdge and Control
“. En este sentido: “Las propuestas contenidas en el libro de Young iban
dirigidas a superar el estructural-funcionalismo desde dos frentes: por una
parte, la oposición a la visión acrítica sobre la escuela como instrumento
ideológicamente neutro; por otra parte, la necesidad de superar el tratamiento
de la escuela como “caja negra” y de profundizar en al análisis de la construcción
de la estratificación escolar” (Bonal, 1998). De esta manera el aporte de Young
pretendió encauzar la Nueva Sociología de la Educación hacia el
desenmascaramiento del conocimiento educativo como construcción social.
En términos
generales, la intención no es estudiar temáticas como el fracaso escolar
focalizando en aspectos cuantitativos y cifras estadísticas, sino descubrir los
procesos de producción y reproducción de la desigualdad utilizando como
herramientas la entrevista, la observación participante y los análisis
cualitativos. De hecho, los trabajos de la Nueva Sociología de la Educación
responden a los aportes de la Sociología fenomenológica, del interaccionismo
simbólico y la etnometodología. Es preciso señalar que esta Nueva Sociología
-nacida en Gran Bretaña- perdió fuerza ya a mediados de los setenta; sin
embargo cimentó la continuidad de la
Sociología
interpretativa de la Educación. En este sentido, se re-significaron las categorías analíticas básicas
ya mencionadas en función de ciertos conceptos centrales tales como:
- El sujeto ya no es visto como un ser pasivo sino como actor social constructivo y constitutivo en el complejo entramado de las relaciones sociales. Por lo tanto, las prácticas educativas no sólo se producen y reproducen en un juego dinámico de interacciones, sino que además se transforman en la realidad escolar definida cotidianamente.
- Dentro de la institución educativa se privilegia los procesos de subjetividad, las prácticas y la experiencia[6] de los actores. “Para comprender lo que fabrica la escuela, no basta con estudiar los programas, los roles y los métodos de trabajo, es necesario también captar la manera con que los alumnos construyen su experiencia, “fabrican” relaciones, estrategias, significaciones a través de las cuales se constituyen en ellos mismos” (Dubet & Martuccelli, 1996).
- El proceso de socialización es estudiado tal como se da en las escuelas: se focaliza en la forma en la que docentes y alumnos se socializan en sus roles específicos y cómo esta socialización condiciona la personalidad de cada uno de los actores de la educación.
- La relación dialéctica que se da entre el yo y el otro implica una interacción desde donde la realidad se construye socialmente; “al vivir en el mundo vivimos con otros y para otros y orientamos nuestras vidas hacia ellos. Al vivenciarlos como otros, como contemporáneos y congéneres, como predecesores y sucesores, al unirnos con ellos en la actividad y el trabajo común, influyendo sobre ellos y recibiendo a nuestra vez su influencia, al hacer todas estas cosas, comprendemos la conducta de los otros y suponemos que ellos comprenden la nuestra” (Schütz, 1979). Esta cita deja en claro la importancia que el autor otorga al mundo de vida -intersubjetivo y cultural-.
- El aprendizaje es considerado como resultado de negociaciones en torno a significados entre maestros y alumnos. Respecto al aprendizaje cognitivo, no es entendido de forma objetiva como la adquisición de alguna competencia o racionalidad, sino la internalización de reglas y procedimientos que posibilitan la interpretación del mundo.
A modo de
síntesis, el énfasis de este artículo es contribuir teóricamente al proceso
de debate y reflexión acerca de la posibilidad de que la institución educativa
deje de ser un espacio cerrado y desconocido -“caja negra”-, y se transforme en
una zona translúcida.
Bibliografía citada
Alonso
Hinojal, I. (1991) “Educación y Sociedad. Las sociologías de la educación”, CIS
(Centro de Investigaciones Sociológicas), Siglo XXI, Madrid.
Bonal, X.
(1998) “Sociología de la Educación. Una aproximación crítica a las corrientes
contemporáneas”, Paidós, Barcelona.
Bourdieu, P.
(1993) “Cosas Dichas”, Gedisa, Barcelona.
Dubet, F. y
D. Martuccelli (1996) “A l’ecole. Sociologie de l’expérience scolaire”, Senil,
Paris.
Giddens, A.
(1995) “La constitución de la sociedad”, Amorrortu, Buenos Aires.
Habermas, J.
(1987) “Teoría de la Acción Comunicativa”, Taurus, Madrid.
Schütz, A.
(1979) “El problema de la realidad social”, Amorrortu, Buenos Aires.
Varela, J.
(1995) “Categorías espacio-temporales y socialización escolar: del
individualismo al narcisismo” en Larrosa, J. (ed.) “Escuela, poder y
subjetivación”, Ed. La Piqueta, Madrid.
[1] Explicación y comprensión son categorías propias de diferentes
tradiciones sociológicas: en el caso de la primera, propia del positivismo,
focaliza en la búsqueda de regularidades entre los fenómenos, el análisis desde
la estructura que condiciona las conductas de los individuos; la comprensión,
por otra parte, propia de la Sociología interpretativa, prioriza el análisis
desde la perspectiva de los actores sociales y su incidencia en la construcción
del mundo social.
[2] Conceptos de Pierre Bourdieu en “Cosas Dichas” (1993).
[3] Conceptos de Jürgen Habermas en “Teoría de la Acción Comunicativa”
(1987).
[4] En primer lugar, la unidad semántica “caja negra” más que una metáfora
es un tropo puesto que modifica el sentido propio de los términos para ser
empleados en un sentido figurado. Este último toma las palabras con una
denotación diferente de la que recta y literalmente significan. Por lo tanto,
“caja” implica encerramiento y “negra” desconocimiento.
En segundo lugar, cabe explicitar que la “caja negra” supone una representación
del funcionamiento global (interno-externo) de un sistema dado, en este caso,
la Institución Educativa.
[5] Para Durkheim, la sociedad se encuentra “dada”; por tanto, se debe
estudiar el “dato”, el hecho social.
[6] “La Sociología de la experiencia social apunta a definir la experiencia
como una combinación de lógicas de acción, lógicas que ligan al actor con cada
una de las dimensiones de un sistema. El actor debe articular diferentes
lógicas de acción y la dinámica generada por esta actividad constituye la
subjetividad del actor y su reflexividad” (Dubet & Martuccelli, 1996).
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