domingo, 17 de octubre de 2010

Abriendo la caja negra de la Institución Educativa: contribución teórica

Abriendo la caja negra de la Institución Educativa: contribución teórica.

Mag. Lilián Berardi
Mag. Alejandra Capocasale
Mag. Selva García Montejo
Prof. Daniela Sabatovich
Ø  Artículo publicado en: Revista Superación. Boletín de los Institutos Normales “María Stagnero de Munar y Joaquín R. Sánchez”. Año 2007. Edit. Grupo Magró.

Sobre paradigmas, estructuras y categorías

El campo sociológico planteó a lo largo del siglo XX categorías analíticas centrales tales como: estructura y cambio social, división social del trabajo, socialización, selección y logro escolar, capital social, capital humano,  segmentación y exclusión social, relación e interacción social, desviación, etiquetaje, producción y reproducción social y cultural, violencia simbólica, arbitrariedad cultural, habitus, dominación, entre otras. Estas, en tanto nociones esenciales orientadoras de formas de pensar y de vivir, estructuran y organizan las acciones y prácticas colectivas e individuales. “Las categorías de pensamiento varían en función de las culturas y de las épocas históricas, están rehaciéndose constantemente y no son, como pensaba Kant, categorías a priori de la sensibilidad sino conceptos, representaciones colectivas, que están relacionadas de algún modo con las formas de organización social, y más concretamente con las formas que adopta el funcionamiento del poder y del saber en cada sociedad” (Varela, 1995). En definitiva, son formas de explicar y comprender[1] los procesos sociales en su complejidad.

En esta línea de análisis cabe señalar la coexistencia de distintas tendencias sociológicas, frecuentemente antagónicas –o con pretensión de serlo- que han intentado la sistematización conceptual y metodológica, a fin de constituirse paradigmáticamente. Esto ha redundado en un proceso de metacognición sociológica que Alonso Hinojal (1991) ha denominado “la Sociología de la Sociología” cuya consecuencia es un fuerte pluralismo teórico en la teoría sociológica actual. Giner (1974) propone sustituir el término paradigma –usualmente aplicado en las ciencias sociales- por el concepto de “estructuras latentes de la Sociología”, ya que son más blandas y se imponen de forma más libre al trabajo sociológico. Alonso Hinojal (op.cit.) comentando a Giner expresa: “El propio autor nos concreta las diferencias: en las estructuras latentes se admite el pluralismo sociológico, la existencia de varias estructuras latentes y el predominio de una u otra estructura latente en momentos históricos diferentes”.

El pluralismo sociológico

Los enfoques macro teóricos.-  Estos dan una explicación global de la sociedad y sus fenómenos estructurales. Estudian las estructuras y cómo actúan sobre los individuos.
·         Estructuralismo: El presupuesto básico reside en el valor dominante en el que se concibe a las estructuras sociales concretas y en la dinámica que produce y conforma los hechos sociales. La voluntad y la conciencia de los sujetos se encuentra sometida en forma determinante a las estructuras sociales.
·         Materialismo histórico: Estudia el encadenamiento histórico de las relaciones humanas a través de la búsqueda de constantes vinculadas a la praxis humana. El punto de partida es el proceso de producción de la vida material.
·         Teoría de los sistemas: La sociedad es concebida como un todo orgánico conformado por partes que interactúan a fin de mantener el orden y la estabilidad del sistema. En visiones más actuales se han incorporado conceptos como autorreferencia, autopoiésis y alto nivel de complejidad.

Los enfoques micro teóricos.-  Estos interpretan la estructura social a través de las relaciones que tienen lugar de forma directa entre los individuos y sus interacciones concretas, poniendo en relieve las potencialidades del sujeto para intervenir activamente en los procesos estructurales de la sociedad.
·         El individualismo metodológico: La sociedad es vista como la suma de sus partes individuales y la cooperación es explicada mediante el aumento de las gratificaciones. Los actores sociales están informados y son perfectamente racionales. Sus decisiones individuales son tomadas en función de sus preferencias que se rigen por la maximización de la utilidad.
·         El interaccionismo simbólico: La realidad social no existe por si misma independiente de los sujetos, sino que sólo es explicable en base a las acciones Intersubjetivas de las personas y sus actos interpretativos. El rasgo más importante de las acciones sociales reside en la transmisión de sentido y significado de los símbolos.
·         La Sociología fenomenológica: Este enfoque no toma como centro la sociedad global sino el individuo y las relaciones cara-a-cara; las percepciones y conceptualizaciones que los actores se plantean acerca del entorno social cercano. Plantea una teoría dialéctica que implica tres procesos sociales explicativos del vínculo hombre-sociedad: externalización-objetivación-internalización.

Los enfoques duales.-  Su pretensión es la superación de la falsa antinomia entre estructura y actor.
·         Estructuralismo constructivista / constructivismo estructuralista: En el mundo social existen estructuras objetivas independientes de la voluntad de los agentes sociales, que condicionan sus prácticas o representaciones. A su vez existe una génesis social de los esquemas de percepción, pensamiento y acción, por un lado, y de las estructuras sociales, por otro.[2]
·         Teoría de la acción comunicativa: Es una teoría acerca de la sociedad moderna que imbrica la teoría de la acción con la teoría de los sistemas. El mundo vital es concebido como un nivel que intermedia entre el nivel de interacción de los sujetos y el sistema social.[3]
·         Teoría de la estructuración: Las estructuras sociales se manifiestan directamente en las acciones al igual que los actores sociales las crean activamente. La dualidad estructural supone “que las propiedades estructurales de los sistemas sociales son a la vez condiciones y resultados de las actividades realizadas por los agentes que forman parte de estos sistemas” (Giddens, 1995).

Una mirada a la Microsociología de la Educación

La pluralidad de enfoques teóricos presentada para el campo de la Sociología General ha permeado también el campo de la Sociología de la Educación. Desde las políticas educativas, la Escuela ha sido considerada, en general, como una “caja negra” [4], teniendo en cuenta solamente variables “de entrada” (inputs) y efectos “de salida” (outputs), abordando solamente aspectos descriptivos de la realidad socio-educativa. De este modo, han sido olvidados, en muchas circunstancias, aspectos explicativos o interpretativos. Desmontar la “caja negra”, hacer visible su contenido, implica dos posibilidades:
1)    Hipotetizar, conjeturar, sobre diferentes causas que generan efectos diferentes, en un “juego” multidimensional de variables.
2)    Interpretar, desde la perspectiva de  los propios actores involucrados, la construcción de mundos de vida; introducirse en los procesos que se generan al interior de la Institución Educativa, a fin de captar las subjetividades de las interacciones. Es en este aspecto en el cual se focaliza el trabajo. Por lo tanto, “abrir la caja negra” de la Institución Educativa, supone superar la descripción de los inputs y los outputs e introducirse en la complejidad procesual. En este sentido, la Microsociología aporta elementos teóricos fundamentales para la interpretación de esos procesos de interacción a pequeña escala, en el “escenario” mismo en que se desempeñan los actores, priorizando la dimensión subjetiva de lo social. La sociedad, por lo tanto, no se considera “dada”, en el sentido durkheimiano, [5] sino “construida”, hecho que lleva a  la utilización de una metodología cualitativa.

Este trabajo se centra en el análisis de los aportes para “des-cubrir” o “de-velar” la “caja negra” desde la segunda posibilidad planteada, ya que se considera que las visiones macro teóricas:
  • no han dado las respuestas necesarias para resolver los problemas de la desigualdad social.
  • operan con la idea de autonomía relativa, que es precisamente funcional para completar el círculo de la reproducción.
  • prescinden del conocimiento de los procesos interactivos que se dan dentro de la institución educativa.
Por lo tanto, tales visiones generan la dificultad de establecer relaciones entre los niveles macro (estructura social) y micro (institución educativa) al no reconocer la dimensión subjetiva de los fenómenos sociales. “El verdadero punto de inflexión epistemológico de la Sociología de la Educación se produjo a partir de los setenta con la aparición de la “nueva Sociología de la Educación”. Concretamente esta nueva corriente nacía a partir de la publicación de 1971 del libro editado por Michael Young  Knolewdge and Control “. En  este sentido: “Las propuestas contenidas en el libro de Young iban dirigidas a superar el estructural-funcionalismo desde dos frentes: por una parte, la oposición a la visión acrítica sobre la escuela como instrumento ideológicamente neutro; por otra parte, la necesidad de superar el tratamiento de la escuela como “caja negra” y de profundizar en al análisis de la construcción de la estratificación escolar” (Bonal, 1998). De esta manera el aporte de Young pretendió encauzar la Nueva Sociología de la Educación hacia el desenmascaramiento del conocimiento educativo como construcción social.

            En términos generales, la intención no es estudiar temáticas como el fracaso escolar focalizando en aspectos cuantitativos y cifras estadísticas, sino descubrir los procesos de producción y reproducción de la desigualdad utilizando como herramientas la entrevista, la observación participante y los análisis cualitativos. De hecho, los trabajos de la Nueva Sociología de la Educación responden a los aportes de la Sociología fenomenológica, del interaccionismo simbólico y la etnometodología. Es preciso señalar que esta Nueva Sociología -nacida en Gran Bretaña- perdió fuerza ya a mediados de los setenta; sin embargo cimentó la continuidad de la Sociología interpretativa de la Educación. En este sentido, se re-significaron las categorías analíticas básicas ya mencionadas en función de ciertos conceptos centrales tales como:
  • El sujeto ya no es visto como un ser pasivo sino como actor social constructivo y constitutivo en el complejo entramado de las relaciones sociales. Por lo tanto, las prácticas educativas no sólo se producen y reproducen en un juego dinámico de interacciones, sino que  además se transforman en la realidad escolar definida cotidianamente.
  • Dentro de la institución educativa se privilegia los procesos de subjetividad, las prácticas y la experiencia[6] de los actores. “Para comprender lo que fabrica la escuela, no basta con estudiar los programas, los roles y los métodos de trabajo, es necesario también captar la manera con que los alumnos construyen su experiencia, “fabrican” relaciones, estrategias, significaciones  a través de las cuales se constituyen en ellos mismos” (Dubet & Martuccelli, 1996).
  • El proceso de socialización es estudiado tal como se da en las escuelas: se focaliza en la forma en la que docentes y alumnos se socializan en sus roles específicos y cómo esta socialización condiciona la personalidad de cada uno de los actores de la educación.
  • La relación dialéctica que se da entre el yo y el otro implica una interacción desde donde la realidad se construye socialmente; “al vivir en el mundo vivimos con otros y para otros y orientamos nuestras vidas hacia ellos. Al vivenciarlos como otros, como contemporáneos y congéneres, como predecesores y sucesores, al unirnos con ellos en la actividad y el trabajo común, influyendo sobre ellos y recibiendo a nuestra vez su influencia, al hacer todas estas cosas, comprendemos la conducta de los otros y suponemos que ellos comprenden la nuestra” (Schütz, 1979). Esta cita deja en claro la importancia que el autor otorga al mundo de vida -intersubjetivo y cultural-.
  • El aprendizaje es considerado como resultado de negociaciones en torno a significados entre maestros y alumnos. Respecto al aprendizaje cognitivo, no es entendido de forma objetiva como la adquisición de alguna competencia o racionalidad, sino la internalización de reglas y procedimientos que posibilitan la interpretación del mundo.

A modo de síntesis, el énfasis de este artículo es contribuir  teóricamente al proceso de debate y reflexión acerca de la posibilidad de que la institución educativa deje de ser un espacio cerrado y desconocido -“caja negra”-, y se transforme en una zona translúcida.


Bibliografía citada


Alonso Hinojal, I. (1991) “Educación y Sociedad. Las sociologías de la educación”, CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), Siglo XXI, Madrid.

Bonal, X. (1998) “Sociología de la Educación. Una aproximación crítica a las corrientes contemporáneas”, Paidós, Barcelona.

Bourdieu, P. (1993) “Cosas Dichas”, Gedisa, Barcelona.

Dubet, F. y D. Martuccelli (1996) “A l’ecole. Sociologie de l’expérience scolaire”, Senil, Paris.

Giddens, A. (1995) “La constitución de la sociedad”, Amorrortu, Buenos Aires.

Habermas, J. (1987) “Teoría de la Acción Comunicativa”, Taurus, Madrid.

Schütz, A. (1979) “El problema de la realidad social”, Amorrortu, Buenos Aires.

Varela, J. (1995) “Categorías espacio-temporales y socialización escolar: del individualismo al narcisismo” en Larrosa, J. (ed.) “Escuela, poder y subjetivación”, Ed. La Piqueta, Madrid.



[1] Explicación y comprensión son categorías propias de diferentes tradiciones sociológicas: en el caso de la primera, propia del positivismo, focaliza en la búsqueda de regularidades entre los fenómenos, el análisis desde la estructura que condiciona las conductas de los individuos; la comprensión, por otra parte, propia de la Sociología interpretativa, prioriza el análisis desde la perspectiva de los actores sociales y su incidencia en la construcción del mundo social.
[2] Conceptos de Pierre Bourdieu en “Cosas Dichas” (1993).
[3] Conceptos de Jürgen Habermas en “Teoría de la Acción Comunicativa” (1987).
[4] En primer lugar, la unidad semántica “caja negra” más que una metáfora es un tropo puesto que modifica el sentido propio de los términos para ser empleados en un sentido figurado. Este último toma las palabras con una denotación diferente de la que recta y literalmente significan. Por lo tanto, “caja” implica encerramiento y “negra” desconocimiento.
   En segundo lugar, cabe explicitar que la “caja negra” supone una representación del funcionamiento global (interno-externo) de un sistema dado, en este caso, la Institución Educativa. 
  
[5] Para Durkheim, la sociedad se encuentra “dada”; por tanto, se debe estudiar el “dato”, el hecho social.
[6] “La Sociología de la experiencia social apunta a definir la experiencia como una combinación de lógicas de acción, lógicas que ligan al actor con cada una de las dimensiones de un sistema. El actor debe articular diferentes lógicas de acción y la dinámica generada por esta actividad constituye la subjetividad del actor y su reflexividad” (Dubet & Martuccelli, 1996).

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